Los obispos ciegos y el hartazgo de los laicos

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No, no vamos a dejarlo pasar. ‘Tolerancia cero’ no puede ser aceptar la renuncia de un casi nonagenario tras toda una vida de abusos a menores y subordinados, ni aceptar que todo el mundo sabía menos quienes debían saber.

No, los fieles no vamos a dejar que nos tomen por imbéciles, ni van a hacernos creer que aceptar la renuncia de tres obispos chilenos -del total que la presentó-, uno de ellos tras presentarla tres veces, Barros, pone fin al terrible escándalo del encubrimiento de abusos en Chile.

No vamos a creernos que el Cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington y, por tanto, sucesor de McCarrick, no sabía una palabra de lo que hacía su predecesor y tantos parecían conocer, incluyendo la Santa Sede, como afirma en una carta enviada a los sacerdotes de su diócesis. La fe no nos lo exige, y el más elemental sentido común lo hace imposible.

También el Cardenal Joseph Tobin, obispo de Newark, hizo pública una declaración condenando la situación e ‘indignándose’ de que hubiera sucedido algo así. Teniendo en cuenta que McCarrick tuvo que usar toda su influencia para que nombraran obispo a Tobin, tampoco acabamos de creer en la sinceridad de su sorprendida indignación, lo lamentamos.

Y nos cuesta, asimismo, pensar que el Cardenal O’Malley, a cuya comisión dedicada a estas denuncias llegó, al menos, una contra McCarrick, se desayuna ahora y cree realmente que con su propuesta de ‘mejorar’ las normas de denuncia se va a arreglar este lamentable asunto.

De Kevin Farrell no hay mucho que decir. Farrell estuvo cerca del criminal fundador de la Legión de Cristo, el pedófilo drogadicto Marcial Maciel, y nunca sospechó nada sobre su doble vida; y luego vivió seis años, seis, en el mismo apartamento con una depredador homosexual como McCarrick y, adivinen, le ha llenado de indignado asombro que fuera lo que sabían tantos.

Farrell, por cierto, a pesar de ese historial de despiste cósmico y del hecho evidente de que su amistad con McCarrick le ha situado donde está, encabeza el vital dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Es saberlo y que nos sorprenda bastante menos que en el Encuentro Mundial de las Familias que se celebra en agosto en Dublín vaya a ser el jesuita proLGTBI padre James Martin una de las figuras estrella.

Ser obispo no es un derecho, ni perder un cargo debería verse como un castigo para quienes, se supone, son hombres de Dios. Tras esta sangría de casos, todos estos nombres que hemos citado -y bastantes más- deberían presentar su renuncia. Si sabían y callaron, por conducta criminal; si no sabían, por una negligencia que clama al cielo. De otro modo, si toda la ‘purga’ va a consistir en quitarle el capelo rojo a un anciano retirado, si va a ser él o cualquier otro procesado por la justicia civil el único que pague -por decirlo de alguna manera- por este horrible y prolongado abuso, será imposible creerles cuando hablan de ‘tolerancia cero’. Será imposible confiar en nuestros pastores.

No dudamos de las excelentes intenciones de Su Santidad, ni cuestionamos su buena voluntad. Pero sí podemos señalar que se ha rodeado y dado su confianza a prelados envueltos en el escándalo y la polémica.

Hizo del Cardenal Mahony -hallado culpable de encubrimiento de sacerdotes pedófilos- su representante en una importante ceremonia, hasta que se denunció; el belga Cardenal Daneels es otro de sus hombres de confianza, también hallado culpable de encubrir curas pedófilos, e incluso ha presumido en televisión de encabezar la ‘mafia de San Gallen’ -su expresión, no la nuestra- que presionó para que Bergoglio fuera elegido en el pasado cónclave.

El Cardenal Errazuriz Ossa, otro hombre de confianza de Francisco, miembro de su exclusivo consejo privado, el C9, ha admitido no haber tomado medida alguna durante años frente a los flagrantes abusos del padre Fernando Karadima. Y otro apoyo clave de Francisco, nombrado cardenal por el actual Papa, el salesiano Ezzati, acaba de ser convocado por la judicatura chilena para responder por casos de abusos.

La lista podría ampliarse, pero ya hemos hablado de otros casos, como el muy notorio de Óscar Rodríguez Maradiaga, y no es nuestra intención repetirnos en exceso. Pero sí en esto: si van a mantenerse en sus cargos pastorales todos estos obispos y cardenales, toda reforma será inverosímil, coja, carente de credibilidad.

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Comentarios
10 comentarios en “Los obispos ciegos y el hartazgo de los laicos
  1. Es muy triste oír tantas cosas feas en nuestra Iglesia, ahora el daño ya está hecho, el hedor del cadáver se vuelve insoportable, y contamina el buen actuar de los de ley , ahora se pensará que todos son igual. A Dios le corresponde la venganza, y El actuará

  2. Que no lo sabía? Si era un tema que se hablaba en cada casa parroquial, cada sacristía, cada obispado de la región.

    Basta con escribir ‘McCarrick homosexual’ en google y se leen artículos que tratan el tema desde hace años.

    A Wuerl también hay que aceptarle la renuncia ya. Por sus silencios. Se rumora que para Washington se perfila Dolan. La dicultad está en conseguir un sucesor para New York. Se ha mencionado un nombre pero no gusta mucho.

  3. Segun el padre Santiago Martin, de McCarrick ya se sabia de abusos en el seminario de la diócesis de Newark hace años que se taparon pagando dinero a las victimas para que no lo hicieran público y por lo visto el cardenal Tobin lo sabia, a pesar de esto McCarrick recibio un premio por lo bien que llevaba el espiritu de Francisco. El premio se lo dio el cardenal Cupich. Aqui ya hay dos cardenales y un obispo ( el de Newark) que sabian las actividades homosexuales de McCarrick.
    Hay que rezar mucho por el Papa Francisco para que haga lo que tenga que hacer, y también para que sepa elegir a los cargos de la iglesia.
    https://www.youtube.com/watch?v=wKIUluHzS28

  4. No hay peor ciego que el que no quiere ver, cuanto más alto se está más lejos se ve, qué falta para poner orden ?. La decisión de hacerlo, eso es más que una reforma, es cumplir con un deber que se ha asumido voluntariamente, puede tratarse de un poder buscado, pero en el ejercicio o se cumple con el deber o se hace trampa. Las figuras de la participación directa, del encubrimiento, de la complicidad, son jurídicas y se las puede diseñar a pedido, se le pone un marco y ya está. Pero el conocimiento no lo es, es un tema moral, ahí no hay excusas. Callarse en un tema de abuso de menores por el que tiene la obligación y la autoridad para poner orden es muy grave. La salida es una Iglesia orante, creyente, visiblemente Cristocéntrica, dedicada a la salvación de los pecadores que esa si es una tarea que debe llevar todo el esfuerzo sin gastar energía en otras cuestiones superfluas que pueden ser políticamente correctas pero que no te llevan al Reino.

  5. El papa Francisco no actúa conforme a la Doctrina, expulsando o excomulgando a los condenados de la mafia rosa católica LGTBI, porque forma parte de ella, directa o indirectamente. Solo lo puede hacer un papa bendecido por el Espíritu Santo.

  6. Con todo respeto hacia sus opiniones bien conocidas por todos, dado que es poco probable que le nombren a usted Papa para regenerar la Iglesia y barrer a todos los «corruptos», creo que lo mejor que puede hacer es fundar su propia Iglesia, la «Iglesia autentica de Jesscristo». Seguro que seguidores no le iban a faltar.

  7. La cuestión terrible es qué Doctrina Moral sexual tenían estos clérigos descatolizados aunque con título católico.
    ¿Creian y creen, en el Vaticano de la Curia papal y en el resto episcopal ya más interconfesional que católico en vista de lo ocurrido, creían y creen en la piedra de molino atada al cuello de los escandalosos, sentencia del Señor, por no hablar del infierno que ya no hay como privación eterna de la contemplación de Dios y en el que por consiguiente no creen porque Dio lo perdona todo, perdona siempre y perdona a todos?
    A ver si los jueces civiles profanos consiguen meter en vereda y sentido común a este tipo de clérigos emboscados y neuróticos.

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