La ausencia —confirmada este lunes— del candidato del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, en el debate a cuatro del próximo miércoles es un desprecio a los españoles que no se puede permitir quien quiere ser presidente del Gobierno de España.
Nos tememos que su objetivo es que el elector llegue confundido a las urnas, sin haberle revelado de forma nítida que sólo pretende heredar el poder, sin enmienda a la totalidad alguna al socialismo que ha arruinado a las familias, ha debilitado a la nación frente a sus enemigos (internos y externos) y ha enfrentado a los españoles, y que ahora —de manera incomprensible— Feijoo pretende que le haga presidente, mediante la fórmula de «derogar el sanchismo» para que todo siga igual.
Feijoo busca que el conjunto de España ejerza su derecho al voto sin ratificar que el PP sólo contribuirá a agravar los problemas reales que le afectan diariamente: la inseguridad en los barrios, la inmigración ilegal, la desindustrialización o la falta de soberanía energética. Sus recetas, dictadas negro sobre blanco en la Agenda 2030, son las mismas que las del PSOE.
Con su negativa a asistir al debate, Feijoo hurta a los españoles la posibilidad de oír su discurso sobre cuestiones esenciales. Asuntos que a buen seguro el presidente de VOX, Santiago Abascal, recordará tal y como está haciendo en campaña. La deriva del dirigente popular y sus continuos ofrecimientos a los socialistas y nacionalistas son un motivo de desesperanza y desazón para quienes anhelan el cambio radical que España necesita, no la mera herencia que el PP garantiza y propone.
